Ya están instaladas en nuestras salas la mayor parte de las obras de la exposición. Para nosotras, las comisarias, son los momentos más emocionantes. Después de la larga espera, llega el día de poder ver todas esas pinturas juntas, dialogando unas con otras y construyendo el discurso del proyecto.
En esta ocasión la preparación del espacio expositivo ha sido muy laboriosa. Aprovechando que la exposición Hopper se presentó en la planta baja de la colección permanente, Alberto y todo su equipo del Área de Mantenimiento, han realizado varias reformas. Los techos se han levantado, la iluminación se ha modificado y las superficies de las paredes han sido reparadas a fondo. El color dorado de la luz del Pacífico es el tono elegido para la pintura, combinado con algunos módulos de una exótica rafia vegetal.
Cada cuadro tiene un lugar estratégico para dialogar con los demás y permitir que el visitante vaya estableciendo comparaciones y avanzando en el recorrido de la exposición. Los encargados de colgarlas, Santiago y Miguel Angel, nuestro equipo de Montaje, ayudados por Roberto y Luis, se coordinan para medir, taladrar e instalar cada obra según los requerimientos de los prestadores o las necesidades de seguridad. Nada se improvisa, su carro está pensado milimétricamente para dar solución a todas las vicisitudes. Su profesionalidad y eficacia sorprende a todos los “correos” internacionales que acompañan las obras.
Cuando las obras ya están colgadas, llega el turno de la señalización. Vicente, Pedro, Fernando y Alex, coordinan con Sanchez / Lacasta y Museográfica el diseño, producción y colocación de todos los soportes que anuncian nuestra exposición, tanto en el exterior como en el interior del museo.